Editorial dubitativa armada con cartas de Tarot



¿El Mago o el loco?
Vamos con los hermanos Chang caminando por las calles de Nueva York; no sabemos para qué nos han traído. Al cabo de media hora, nos encontramos en una esquina a Enrique Enriquez rodeado de matones de los Chang. Enrique está nervioso, asustado, cagado. Nos empieza a guiar por las calles de aquel barrio mitad chino, mitad italiano, mitad Soho. No sabemos dónde estamos. Llegamos frente a las vitrinas de una joyería. Enrique por fin sonríe (nervioso) e invita a los Chang a ver lo que hay al otro lado. Se trata de unas calabazas podridas y rodeadas de negros huesos de porcelana. En torno a la calabaza y a los huesos, mosquitos, insectos, gusanos. Enrique sigue sonriendo, los Chang también.


¿El Diablo o el Mundo?
Seguimos a Enrique de nuevo por las calles. Entramos a un local. ¿Una tienda de taxidermia? Miles y miles de insectos disecados tras los mostradores. Subimos a un segundo piso. Detrás de una vitrina, un cofre. Dentro del cofre, un esqueleto humano. Un cartel dice: «Huesos de extraño homínido con cuernos». (¿Será el diablo o el primer cornudo?). Los huesos están a la venta. Diez mil dólares. Nos fijamos en el sitio. Estanterías y estanterías de animales disecados. Y más huesos. Al fondo hay un escritorio. Enrique dice: «Yo quisiera que este lugar fuese mi oficina, mi estudio. Así como está. Sólo traería mi computadora, las fotos de mis chamos y listo».


¿El Colgado o La Muerte?
Ahora son los Chang quienes nos guían. Nos llevan al barrio chino. Bajamos unas escaleras, entramos a un bar. Sobre una tarima, unos chinos tocan un punk muy agresivo. Creemos que cantan en mandarín.

El bar está lleno de putas, jíbaros y chinos con cara de malos jugando Mah-Jong (o mayón). Hay que destacar que afuera, en las calles, son las once de la mañana.

Seguimos de largo, atravesamos una puerta, entramos a un lugar más tranquilo. Un restaurante vacío. Sólo tras unas puertas batientes, que han de ser las que dan a la cocina, parece haber actividad. Se oye un golpe, un grito, ¿un maullido?

Los Chang nos hacen sentarnos a una larga mesa (José, Fedosy, Enrique). Nos rodean sus matones. Los Chang se sientan al otro extremo. Mantienen distancia. Entonces uno de ellos extiende la mano. Otra mano, la de algún matón cercano, le pone un mazo de cartas sobre la palma abierta. El hermano Chang que la recibe comienza a barajar. Luego coloca las cartas sobre la mesa. El otro escoge una, la mira, y luego la coloca sobre la tabla, boca abajo, sin quitar la mano. Los Chang se nos quedan mirando. Luego, el Chang que está tocando la carta, la empuja con los dedos. La carta se desliza hacia nosotros. Enrique la toma, la alza, la ve.

Los Chang dicen:
—Decirnos qué quiere decir esa carta, si no, muerte segura.

Enrique se nos queda viendo. Suda, está rojo. Nosotros también lo miramos. Queremos saber. Pero Enrique no dice nada. Vuelve a poner la carta sobre la mesa, bocabajo. Se vuelve a escuchar un golpe en la cocina. Un grito, ¿de un hombre?

—Queremos respuestas ya —dicen los chinos.
—Necesito ayuda.
—¿De quiénes?

Enrique nos vuelve a mirar. «Ya nos jodimos», pensamos.

Los chinos afirman con la cabeza.

—Un negocio Chang —negocia Enrique—, un blog, sus respectivos empleados, yo como editor invitado y tres cartas para cada uno de los esclavos-colaboradores. Con esas tres cartas, el esclavo-colaborador ha de escribir un cuento Chang.
—Aceptado —dicen los chinos.

Enrique vuelve a alzar la carta, se le queda viendo.

—¿No nos puedes adelantar nada?

Enrique pone la carta sobre la mesa, boca arriba, es El Colgado; luego nos mira.

—Todo va a salir bien, muchachos, todo va a salir bien —nos dice, y no le creemos.




Tarotistas: Fedosy Santaella, José Urriola y el editor invitado Enrique Enriquez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario